Probablemente La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de John Maynard Keynes sea el tratado de Economía más influyente del siglo XX. A fecha de hoy, y pese a haber sido publicado hace 75 años, todavía sigue siendo citado como una referencia autorizada, sobre todo gracias a la reciente crisis internacional, en la que muchos han querido ver una reivindicación de las teorías del inglés: a saber, que el capitalismo es un sistema demasiado inestable como para funcionar adecuadamente sin una intervención generalizada del Estado dirigida a estabilizar los niveles de gasto agregados y a lograr el pleno empleo de los recursos. Frente a estos planteamientos, hoy omnipresentes tanto en la academia como en los medios de comunicación o en los gobiernos, Juan Ramón Rallo se vale del paradigma de la Escuela Austriaca para refutar todo el desarrollo argumental que el inglés despliega en La Teoría General. Así, en Los errores de la vieja Economía, el profesor Rallo disecciona críticamente cada uno de los razonamientos que utiliza Keynes para lanzar su diatriba contra el capitalismo y demuestra que el libre mercado, lejos de degenerar en el caos, el desempleo y el estancamiento, como piensan los keynesianos, tiende hacia la armonía de intereses, la cooperación voluntaria de todos los recursos y la prosperidad generalizada.
Medio siglo después de la puesta en marcha del Plan de Recuperación Económica (1975-2025), la inquietud del economista norteamericano y Premio Nobel de Economía sigue plenamente vigente. De esta reflexión surge una profunda interrogante: ¿seremos un nuevo caso de desarrollo frustrado? o por el contrario, ¿construiremos un nuevo consenso de Chile y avanzaremos hacia un Plan de Recuperación 2.0?Los milagros económicos no existen, y por el contrario el éxito o fracaso de un país en su camino al desarrollo se explica por una serie de factores. Se trata en definitiva de las consecuencias que tienen las ideas y de su impacto de largo plazo en una sociedad. Chile es una de las tantas muestras de ello, y en materia económica quizás puede ser el caso ejemplar.
El título, Pensar sin asideros, proviene de la descripción que la propia Arendt hace de su actividad como pensadora, una actividad que la autora tuvo que llevar a cabo sin los pilares de apoyo tradicionales —políticos, filosóficos, morales o religiosos—, pues estos habían desaparecido con el surgimiento del totalitarismo. En su conjunto, los ensayos, conferencias, reseñas, entrevistas, cartas y discursos aquí incluidos dan fe de la incansable actividad de la mente y del carácter de la autora, al tiempo que familiarizan al lector con una figura que apenas ha sido comprendida y que solo ahora comienza a ser apreciada. Arendt era una pensadora en busca no de la verdad metafísica, sino del significado de las apariencias y de los acontecimientos. No ofrecía respuestas, sino preguntas, y si escribió lo que pensaba, fue fundamentalmente para ayudar a otros a pensar por sí mismos, a descubrir que todas y cada una de las hebras de la libertad humana están entretejidas con el coraje.
«Según Draenos, lo que yo hago es pensar sin el apoyo que proporciona el terreno firme [de nuestra tradición de pensamiento político, un terreno que habría desaparecido bajo nuestros pies]. Tengo una metáfora que no resulta tan cruda, y que nunca he publicado, pues la he guardado para mí. Yo lo llamo pensar sin asideros, sin barandillas —en alemán, Denken ohne Geländer—. Es decir, cuando uno sube o baja por unas escaleras, siempre puede agarrase a la barandilla para no caer; pero hoy hemos perdido ese asidero, esa barandilla. Así es como me lo explico a mí misma, y eso es sin duda lo que intento hacer: pensar sin asideros.»
El presente volumen cierra la segunda y última parte de Ensayos de comprensión, que abarca el periodo 1953-1975 y contiene escritos que o bien permanecían inéditos en forma de libro o no habían visto aún la luz pública.
El título, Pensar sin asideros, proviene de la descripción que la propia Arendt hace de su actividad como pensadora, una actividad que la autora tuvo que llevar a cabo sin los pilares de apoyo tradicionales —políticos, filosóficos, morales o religiosos—, pues estos habían desaparecido con el surgimiento del totalitarismo. En su conjunto, los ensayos, conferencias, reseñas, entrevistas, cartas y discursos aquí incluidos dan fe de la incansable actividad de la mente y del carácter de la autora, al tiempo que familiarizan al lector con una figura que apenas ha sido comprendida y que solo ahora comienza a ser apreciada. Arendt era una pensadora en busca no de la verdad metafísica, sino del significado de las apariencias y de los acontecimientos. No ofrecía respuestas, sino preguntas, y si escribió lo que pensaba, fue fundamentalmente para ayudar a otros a pensar por sí mismos, a descubrir que todas y cada una de las hebras de la libertad humana están entretejidas con el coraje.
«Según Draenos, lo que yo hago es pensar sin el apoyo que proporciona el terreno firme [de nuestra tradición de pensamiento político, un terreno que habría desaparecido bajo nuestros pies]. Tengo una metáfora que no resulta tan cruda, y que nunca he publicado, pues la he guardado para mí. Yo lo llamo pensar sin asideros, sin barandillas —en alemán, Denken ohne Geländer—. Es decir, cuando uno sube o baja por unas escaleras, siempre puede agarrase a la barandilla para no caer; pero hoy hemos perdido ese asidero, esa barandilla. Así es como me lo explico a mí misma, y eso es sin duda lo que intento hacer: pensar sin asideros.»
Obra fundamental de Herbert Spencer (1820-1903), la primera de su sistema evolucionista publicada en 1860.
En ella hay que distinguir dos partes, una de carácter negativo y otra positiva: la primera demuestra la limitación del saber humano y la imposibilidad de conocer nada de un modo absoluto. Esto constituye la base de una sincera conciliación de la ciencia con la religión. Poseemos, pues, la conciencia indeterminada de una verdad absoluta, producida por la persistencia en nosotros de algo que sobrevive a los cambios de las relaciones, y poseemos la conciencia determinada de una realidad relativa que es comprendida como tal, sólo en relación con la realidad absoluta.
Analizando las verdades originarias, es decir, los axiomas de la física, y las verdades generales «a priori», Spencer se pregunta si estas verdades adquiridas constituyen la síntesis universal que la filosofía reclama, y responde negativamente, porque las leyes discutidas tienen valor para los fenómenos concretos y son verdades analíticas, incapaces de conducir a la síntesis del pensamiento. Hay que buscar una fórmula que exprese lo que es común a todos los fenómenos parciales del proceso cósmico y nos dé el elemento común en la historia de todos los fenómenos concretos.
Los elementos fundamentales de todos los fenómenos concretos son la materia y el movimiento; así pues, la ley concreta ha de dar la fórmula para la redistribución de la materia y del movimiento. En la historia de todo ser, desde el momento de su aparición partiendo del mundo de lo imperceptible, hasta el de su vuelta al mismo, se distinguen dos procesos opuestos, es decir: la unión de elementos que estaban en estado difuso en la materia, perdiendo cada parte sus movimientos independientes, y la resolución de los elementos, dispersándose la materia y recuperando cada cual el movimiento. La ley, pues, se reduce a integración y desintegración, procesos que corren paralelos. Así se tiene la evolución (pérdida del movimiento e integración de la materia) y la disolución (absorción . de movimiento y desintegración de la materia).
Con estos principios Spencer establece las bases positivas de su sistema, alcanzando la definición de la evolución: la evolución es una integración de materia, acompañada de una dispersión de movimiento, durante la cual la materia pasa de una homogeneidad indeterminada e incoherente a una heterogeneidad determinada y coherente, y durante la cual el movimiento retenido sufre una transformación paralela. Estos son los primeros principios del sistema evolucionista spenceriano, sobre los cuales se basarán todas las demás obras.
«La violencia política, criminal e insurreccional manifestada en los últimos años nos obliga a estudiar en profundidad este fenómenos para enfrentarlo con mejores herramientas dentro de la batalla cultural, y este trabajo ofrece elementos cruciales para combatirlo», Agustín Laje, autor de La Batalla Cultural.En medio de la guerra cultural, nos encontramos con incendios provocados justo en nuestras puertas. La deconstrucción, tanto en su enfoque molecular o colectivista tradicional, se funde con el nihilismo y todo aquello que desafía al individuo, infiltrando y sometiendo a las sociedades que se construyeron sobre los pilares de la vida, la libertad y la propiedad. Las viejas fórmulas para entender estos fenómenos están quedando obsoletas frente a un conflicto multidimensional.La enajenación colectivista, el nihilismo anarquista, la violencia aislada invisible para los medios de comunicación tradicional—, junto a acciones organizadas y caóticas, y las amenazas de grupos terroristas, han dejado las ideologías tradicionales desarmadas. Este enjambre de fuerzas crece en la oscuridad, ganando visibilidad entre los fanáticos y los inadaptados que se mueven en las sombras de la civilización.En este libro, los autores incursionan en un terreno casi inexplorado por liberales, conservadores o socialdemócratas, quienes durante años confiaron en respuestas tecnocráticas y consensos estériles, ignorando las profundas transformaciones políticas en curso. Hoy, entre los suburbios de nuestras ciudades, se trama la degradación de la cultura occidental, donde el ser humano se ha convertido en un mero instrumento, un medio y no un fin. Y es precisamente en este caos donde surgen nuevos conceptos de intelectuales que buscan reclutar soldados para un partido sin rostro ni programa. En definitiva, ¿estamos frente al nacimiento de un nuevo totalitarismo?
"Hoy vinieron por mí; mañana irán por ti. Todos somos culpables, hasta que se demuestre lo contrario. Esto no es un libro: es una denuncia y una advertencia".El secuestro, tortura y asesinato del teniente venezolano Ronald Ojeda Moreno es un reflejo sombrío de la coordinación entre grupos criminales transnacionales y la política. Debido a las vastas redes de corrupción y los conflictos de interés involucrados, la verdad sobre este crimen probablemente nunca será revelada. Por esta razón, se hace imperativo la publicación póstuma de su testimonio.Entre estas páginas, Ronald Ojeda denuncia los crímenes de lesa humanidad perpetrados en pleno siglo XXI por el Castrochavismo contra los disidentes de la dictadura venezolana; y realiza una advertencia para Chile y América Latina: las organizaciones guerrilleras y los grupos criminales internacionales actúan con plena complicidad de la Justicia, las Fuerzas Armadas y la élite política, y no solo atentan nuestra integridad, sino que la Libertad de nuestros países.
El abogado y periodista "de derecha a secas", como le gusta autodescribirse, explica en este libro las dos derrotas de los intentos de Sebastián Piñera y Gabriel Boric por derogar la Constitución de 1980 de Augusto Pinochet, de quien es caracterizado defensor.Cree que sólo un continuador de su legado puede devolver a Chile a la condición de "la joya más valiosa de la corona latinoamericana", como lo describiera el presidente Bill Clinton en los años 90.
Es partidario de una sociedad libre, tan libre que garantice a los izquierdistas su plena libertad para renunciar al lucro y ser todos iguales a los demás, como también el derecho de cualquiera a ser desigual, distinto y mejor, pues son éstos los que encabezan las creaciones humanas que han permitido el mayor progreso de la Humanidad.Se declara optimista de que la sabiduría popular va a elegir a gobernantes y legisladores de derecha, que con mano firme y personalidad propia reconduzcan a su país a la condición de nación más próspera y libre de América Latina, que durante algún tiempo logró alcanzar. Pero ahora espera lograrlo compitiendo amistosamente con la Argentina de Javier Milei, de quien se declara admirador, para que el Cono Sur sea la proa del progreso de la Humanidad en el siglo XXI.
“Para enfrentar las elecciones que se avecinan es indispensable volver la vista atrás hacia los años recientes de la política nacional. La revuelta de 2019, la fallida Convención Constitucional y el triunfo del Rechazo el 2022 representan nuevos clivajes que separan aguas entre derechas e izquierdas”. Con estas palabras el ex convencional Ruggero Cozzi invita a repasar el período que engloba el llamado “estallido social”, poniendo la mirada en las lecciones que dejó. A tres meses de la elección presidencial y parlamentaria de 2025, alerta sobre la amenaza real que representa una candidata comunista, con un proyecto comunista más o menos camuflado, pero que en último término es similar a la frustrada propuesta de Constitución.