Contra la Izquierda explora algo básico del libertarismo que mucha gente ha olvidado hoy en día. Como todo el mundo sabe, los libertarios consideran que el Estado y el individuo son fundamentalmente opuestos. Las personas que interactúan libremente en el mercado crean por sí solas una sociedad maravillosa que hace avanzar el progreso.
En Contra la Izquierda, examinamos algunos campos de batalla clave en la lucha por preservar y hacer avanzar el verdadero libertarismo frente a sus enemigos. Estos incluyen el asalto a la familia, los derechos civiles y las "discapacidades", la inmigración, el ecologismo, el igualitarismo económico y los impostores de la izquierda libertaria que quieren arrebatarnos el libertarismo.
Obra fundamental de Herbert Spencer (1820-1903), la primera de su sistema evolucionista publicada en 1860.
En ella hay que distinguir dos partes, una de carácter negativo y otra positiva: la primera demuestra la limitación del saber humano y la imposibilidad de conocer nada de un modo absoluto. Esto constituye la base de una sincera conciliación de la ciencia con la religión. Poseemos, pues, la conciencia indeterminada de una verdad absoluta, producida por la persistencia en nosotros de algo que sobrevive a los cambios de las relaciones, y poseemos la conciencia determinada de una realidad relativa que es comprendida como tal, sólo en relación con la realidad absoluta.
Analizando las verdades originarias, es decir, los axiomas de la física, y las verdades generales «a priori», Spencer se pregunta si estas verdades adquiridas constituyen la síntesis universal que la filosofía reclama, y responde negativamente, porque las leyes discutidas tienen valor para los fenómenos concretos y son verdades analíticas, incapaces de conducir a la síntesis del pensamiento. Hay que buscar una fórmula que exprese lo que es común a todos los fenómenos parciales del proceso cósmico y nos dé el elemento común en la historia de todos los fenómenos concretos.
Los elementos fundamentales de todos los fenómenos concretos son la materia y el movimiento; así pues, la ley concreta ha de dar la fórmula para la redistribución de la materia y del movimiento. En la historia de todo ser, desde el momento de su aparición partiendo del mundo de lo imperceptible, hasta el de su vuelta al mismo, se distinguen dos procesos opuestos, es decir: la unión de elementos que estaban en estado difuso en la materia, perdiendo cada parte sus movimientos independientes, y la resolución de los elementos, dispersándose la materia y recuperando cada cual el movimiento. La ley, pues, se reduce a integración y desintegración, procesos que corren paralelos. Así se tiene la evolución (pérdida del movimiento e integración de la materia) y la disolución (absorción . de movimiento y desintegración de la materia).
Con estos principios Spencer establece las bases positivas de su sistema, alcanzando la definición de la evolución: la evolución es una integración de materia, acompañada de una dispersión de movimiento, durante la cual la materia pasa de una homogeneidad indeterminada e incoherente a una heterogeneidad determinada y coherente, y durante la cual el movimiento retenido sufre una transformación paralela. Estos son los primeros principios del sistema evolucionista spenceriano, sobre los cuales se basarán todas las demás obras.
Tratado filosófico concebido en 1848 y compuesto y publicado en 1850. En él, por vez primera, el autor afronta las definiciones de progreso y evolución, pero basándose no, como Darwin y Wallace, en principios biológicos, sino en convicciones éticas.
Sostiene, en efecto, que el progreso no es un azar, sino una necesidad, y que las transformaciones de la humanidad son el resultado de una ley, que está en la base de toda la creación orgánica.Todo progreso resulta de la adaptación de los hombres a su ambiente natural y social, y tal adaptación tiene dos caracteres: transmisión hereditaria de cambios funcionales y desaparición de los inadaptables. De esta forma, las distintas especies de organización, que la sociedad asume en su progreso, desde los grados evolutivos inferiores hasta los superiores, se parecen a las distintas formas de organización animal.Y la vida orgánica incluida en la vida de la humanidad está dominada por un proceso evolutivo necesario, en que se pueden reconocer las dos principales características, de integración y diferenciación. Partiendo de la concepción mecánico evolucionista, propia de su tiempo, Spencer eleva el método evolucionista a método universal, tratando de llegar a esa conciliación de las ciencias naturales con la filosofía, que vuelve a aparecer en toda su obra.